Tras meses en los que los homicidios estuvieron contenidos y casi desaparecieron en las estadísticas oficiales en El Salvador, los asesinatos se dispararon de nuevo y el gobierno reaccionó con mano dura.

El país centroamericano, uno de los más violentos del mundo, vuelve al centro de atención por el conflicto entre las pandillas, las llamadas maras, y el gobierno del controvertido presidente Nayib Bukele.

El gobierno negó que detrás de la casi desaparición de los homicidios hubiera una tregua con las pandillas y ahora está decidido a mostrarse fuerte con un estado de excepción que ha supuesto el encarcelamiento de miles de jóvenes y reformas del código penal.

El salvadoreño Juan Carlos Torres, director de la Maestría en Políticas para la Prevención de Violencia Juvenil y Cultura de Paz de la Universidad Don Bosco de San Salvador, habla con BBC Mundo y analiza la evolución de las pandillas en el país desde la perspectiva del conflicto de esos grupos con el gobierno salvadoreño.

Dice que los pactos, como el de 2012, que fortaleció a las principales pandillas, han sido la clave para entender la influencia que ahora tienen.

Expertos y publicaciones de prensa concuerdan en la hipótesis de que el gobierno de Bukele estaba negociando o al menos manteniendo un diálogo con las pandillas y que la ruptura de ese canal de comunicación, como en las anteriores ocasiones, desembocó en un brutal aumento de asesinatos: sólo 62 el sábado 26 de marzo, la jornada más sanguinaria de los últimos 20 años.

El año 2018, previo a la llegada de Bukele a la presidencia, cerró con un promedio de nueve muertes diarias, según cifras de la Fiscalía General de la República y la Policía Nacional Civil. En 2021, el promedio fue tres veces menor: tres muertes violentas al día.

Pero ahora regresa ese azote.

Torres explica en esta entrevista que nadie está pensando desde el gobierno en las repercusiones que estas políticas, para combatir a las pandillas, tendrán a futuro.