Según Maritza Canek, gerente de Banca Mipyme en funciones y gerente de Banca Social del CHN, hasta el 30 de septiembre se había registrado un total de 154 créditos del programa Tob’anik, otorgados a pequeños y medianos productores. Las vocaciones agrícolas con mayor acceso al crédito son los frutales, con un desembolso de Q3.4 millones; las hortalizas, con Q3.6 millones; los cultivos industriales, con Q3 millones, y los granos básicos, con aproximadamente Q2 millones.
El programa de créditos Tob’anik es una iniciativa de financiamiento para pequeños y medianos agricultores guatemaltecos, con un fondo total de Q500 millones. Fue creado a partir del Decreto 17-2024 y es administrado por el CHN. Los créditos van de Q3 mil a Q150 mil para pequeños productores y hasta Q300 mil para medianos, con una tasa de interés máxima de 13.5% anual.
Según estimaciones del Ministerio de Economía, el 99% de las empresas formales en el país son micro y pequeñas. “Estamos hablando de un millón de unidades productivas”, destacó David Casasola, investigador asociado al Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (Cien).
A partir de ese dato, el investigador consideró que 154 créditos resultan pocos, aunque aclaró que se deben tomar en cuenta los criterios definidos y la priorización para alcanzar al perfil objetivo del programa.
Hasta la fecha, se reportan 10 cooperativas autorizadas, con créditos aprobados por un total de Q421 millones 950 mil, lo cual, según Canek, representa el 84% de los fondos. Sin embargo, solo se han desembolsado Q117 millones 975 mil, lo que equivale al 28% del monto autorizado.
Al cierre de octubre, Canek manifestó que estiman beneficiar a alrededor de 250 agricultores a través de las distintas cooperativas distribuidas en varias regiones del país.
Los beneficiados
De los 154 beneficiarios, Canek reconoció que el 39.35% corresponde a pequeños productores y el 60.65% a medianos agricultores.
Los créditos se han distribuido de la siguiente manera: 32 en Quiché; 30 en Suchitepéquez; 11 en Alta Verapaz, Sololá y Jutiapa, respectivamente; siete en Retalhuleu y Santa Rosa; seis en Petén; tres en Baja Verapaz; dos en Jalapa y Chiquimula, y uno en Escuintla y Guatemala, según Canek.
Para David Casasola, si el programa busca impactar en la economía y generar empleo, es necesario priorizar actividades con alto potencial de crecimiento, capacidad de exportación y creación de trabajo formal.
En ese contexto, el investigador destacó el caso de los mini vegetales como un sector relevante en Guatemala. Añadió que también se ha observado un avance hacia productos procesados y empacados al vacío, los cuales ofrecen mayor valor agregado y duración. “Son sectores con nichos de mercado internacionales y con potencial de escalar, por lo que los perfiles deberían estar priorizados”, afirmó.
Casasola también subrayó la necesidad de contar con una estrategia de capacitación y educación financiera, así como formación sobre el uso responsable del crédito, para que este represente un apoyo y no una carga. Además, consideró importante garantizar el seguimiento del proceso, con respaldo de instituciones que brinden servicios financieros en áreas rurales.

 
                    