Los hemisferios cerebrales funcionan de manera similar, repartiéndose el trabajo a realizar. Esto quiere decir que aunque ambas mitades intervengan en una función concreta, una de ellas puede estar más implicada que la otra.

El cerebro, al igual que el resto del organismo, está formado por miles de millones de células. Cada tipo con una función determinada, pero todas ellas perfectamente sincronizadas y conectadas.

Nuestro cerebro se compone de dos mitades: los hemisferios cerebrales. Pero al contrario de lo que pueda parecer, no son dos estructuras aisladas e independientes: ambos están extraordinariamente conectados por un “cableado” que los comunica.

Hablamos del cuerpo calloso, formado por más de 200 millones de fibras nerviosas que llevan información de un hemisferio a otro.

Esta organización permite llevar a cabo y coordinar todas las funciones -muchas de ellas muy complejas- propias del sistema nervioso. Y para ello, los hemisferios se reparten el trabajo.

Es erróneo creer que dependiendo de qué hemisferio sea dominante en una persona, será mejor en matemáticas o en pintura.

Oficinas interconectadas

Piensen en un gran edificio de oficinas de una misma empresa.

En él encontraremos distintas plantas, con distintos departamentos, con distintas divisiones, con distintas personas trabajando en cada una de las áreas.

Cada sección tiene una función, pero todas están relacionadas.

No sólo eso, sino que además se hallan estrechamente comunicadas, puesto que el correcto funcionamiento de unas depende de lo que hagan las otras.

El cuerpo calloso, destacado en rojo en la ilustración, está formado por más de 200 millones de fibras nerviosas que llevan información de un hemisferio a otro.

Los hemisferios cerebrales funcionan de manera similar, repartiéndose el trabajo a realizar. Esto quiere decir que aunque ambas mitades intervengan en una función concreta, una de ellas puede estar más implicada que la otra.

Es igual que el proceso de facturación de la gran empresa: aunque el departamento de cobros lleve todo el peso de la operación, otras secciones deben hacer su parte de trabajo para completar el proceso. Por ejemplo, el departamento de envíos que hará llegar la factura a su destinatario.

Los hemisferios no son un destino

Y es aquí donde comienza el mito: “El cerebro está dividido en dos mitades, y dependiendo del lado que más usemos, tendremos unas habilidades u otras”.

Esta teoría, llamada “dominancia de hemisferio”, defiende que si eres bueno en matemáticas, lengua o lógica es porque tu hemisferio izquierdo es el dominante.

Y si eres una persona artística con dotes para la pintura o la música, entonces predomina el derecho.

Esto, además, contribuye a clasificar erróneamente a las personas en dos tipos: objetivas, racionales y analíticas o pasionales, soñadoras y creativas. Nada más lejos de la realidad.

No existe un hemisferio dominante