El pasado 2 de agosto el gobierno del presidente Biden ratificó la aplicación del Título 42, una política migratoria que permite la expulsión expedita de viajantes sin papeles que fueron capturados en las zonas fronterizas de Estados Unidos. (Foto: JOHAN ORDONEZ > AFP)

Guatemala se ha convertido en el territorio en donde convergen dos tipos de flujos migratorios: los expulsados de Estados Unidos (EE. UU.) y los que anhelan llegar a ese país. Esta encrucijada a la que se enfrenta Guatemala tiene sus causas en la nueva modalidad de deportación aplicada por el gobierno del presidente Joe Biden y en una nueva oleada de migrantes haitianos y cubanos que tratan de huir de sus países.

El  9 de agosto, en una frontera muy alejada y poco transitada como El Ceibo, en Petén, que limita con el estado mexicano de Tabasco, los delegados del Instituto Guatemalteco de  Migración (IGM) empezaron a observar un flujo inusual de ingreso a Guatemala. Hasta 300 personas en un día, algo que no había pasado antes. El Ceibo es una de las fronteras menos transitadas para ingresar al país,  porque se encuentra alejada de zonas urbanas y la circulación de transporte colectivo es limitada.

Esto fue ocasionado por el nuevo método de deportación del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés). El 2 de agosto el gobierno del presidente Biden ratificó la aplicación del Título 42, una de las políticas migratorias y sanitarias más cuestionadas por organizaciones pro derechos humanos durante la presidencia de Donald Trump