Mujeres que preparan tortillas no reciben el salario mínimo y además padecen enfermedades por inhalación de humo.

La tortilla es un alimento cotidiano en la sociedad guatemalteca y es común encontrar una venta de este sustento en cualquier lugar. Sin embargo, las mujeres que trabajan en estos negocios sufren de explotación laboral y padecen enfermedades causadas por dicha labor, según un estudio de la Fundación Panamericana para el Desarrollo.

El informe Desigualdad los tres tiempos se efectuó en Huehuetenango, Quetzaltenango, Jalapa, El Progreso y Guatemala, con el apoyo de la Agencia Internacional de Desarrollo de Estados Unidos (Usaid), y su finalidad es concienciar sobre las condiciones laborales en esos negocios y la violación a los derechos humanos de las trabajadoras.

Hay tortillerías que funcionan en locales de lámina y madera y otras en cuartos de concreto. Sin embargo, los cuerpos de socorro enfatizan que estos negocios, por lo general, no cuentan con ventilación y ante una fuga de gas o incendio es más probable que personas resulten heridas.

En algunos casos las mujeres cargan a un bebé sobre la espalda mientras trabajan y lo exponen a los mismos riesgos.

Problema general

De acuerdo con informes del Ministerio de Trabajo, en el área metropolitana, y en especial en la capital, se detectan más casos de explotación laboral, pues es donde se concentra el mayor número de fuentes de empleo.

En el caso de los menores, muchos son rescatados en restaurantes, ventas de licor, abarroterías y tortillerías, víctimas de redes de trata de personas.

La explotación laboral también ocurre en áreas de producción de brócoli, maíz, caña de azúcar, café y en los lugares donde se fabrica pirotecnia.

El informe de la Fundación Panamericana para el Desarrollo recoge testimonios de menores mujeres que trabajan en tortillerías y destaca que “los efectos de la explotación laboral de niñas y adolescentes son devastadores”, porque no solo sufren daños físicos, sino también psicológicos, pues son alejadas de sus familias para laborar en una de las “peores formas de trabajo infantil”. De acuerdo con la investigación, las largas jornadas de trabajo de estas mujeres en las tortillerías impiden que puedan hidratarse, descansar y alimentarse de manera adecuada, por lo que sufren de tensión nerviosa y estrés. Tampoco tienen oportunidad de superación porque sus ingresos están por debajo del mínimo reglamentado. A esto se suma que son víctimas de malos tratos por parte de los empleadores, y carecen de acceso a servicios de salud, educación, derechos de protección y recreación, indica el documento.

¿Cuál es el  contexto?

Mujeres indígenas jóvenes y en especial las menores de edad son las más vulnerables a sufrir condiciones precarias en las tortillerías, indican investigadores de la Policía Nacional Civil (PNC) y la Procuraduría General de la Nación (PGN), que han reportado operativos para rescatar a menores que laboran en este tipo de negocios, por que no todas laboran por su voluntad y son víctimas de redes de trata de personas que les ofrecen trabajo en la capital, con la promesa de que tendrán una vida mejor, cuando en realidad las vuelven víctimas de explotación laboral. No hablar español, usar traje tradicional de su lugar de origen y la necesidad de apoyar en la economía familiar son factores que atraen a los empleadores para no pagarles un salario mínimo, refieren investigadores policiales. La Fundación Panamericana para el Desarrollo busca dar a conocer que este es un grupo vulnerable al que no se le presta la debida atención. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, en el mundo 152 millones de menores trabajan, en su mayoría en condiciones no aptas, y la pandemia incrementó este flagelo.