Bernardo Arévalo competirá por la presidencia de Guatemala este 20 de agosto representando al partido Movimiento Semilla.

Con una voz tranquila, César Bernardo Arévalo de León, cuenta las anécdotas de su vida antes de llegar a la política. Recuerda su niñez, adolescencia, migrar de un país a otro, el fallecimiento de su abuela y padre mientras bebé un café.

En una conversación fluida y amena, el presidenciable cuenta sus anécdotas y memorias que más lo han marcado en el trayecto de su vida. Historias que no precisamente se conocen ni se esperan de un candidato a la presidencia.

“Quiero ser recordado como el presidente que no defraudó a su pueblo y que respetó el legado de su padre”, aseguró.

Aunque tiene claro que, de llegar a la presidencia, su gestión será comparada a la de su padre, está firme en que él no esta para competir con Juan José Arévalo Bermejo y “que la historia sea la que juzgue”.

Infancia

Es difícil no mencionar al expresidente al referirse a la vida de Arévalo de León, pues, como todo padre, tuvo un rol de ejemplo en la vida del candidato.

A los 13 años, Arévalo de León y su familia se mudan a Guatemala después de haber vivido en Uruguay, Venezuela, México y Chile. El país en el que vivían dependía de las ofertas laborales de su padre. “En general mi padre iba de país en país dependiendo del trabajo que tenía”, aclara el presidenciable.

Esa no fue la primera vez que Arévalo de León estaba en Guatemala, relata que eventualmente visitaban el país para las vacaciones y pasar tiempo con su abuela, Elena Bermejo de Paz.

De Montevideo, Uruguay, no tiene memoria porque se mudó a Caracas, Venezuela antes de cumplir un año. La niñez la vivió entre Chile y México, donde estudió la primaria y conoció a sus primeras amistades.

A pesar de ser hijo de un expresidente, desde su mirada Arévalo Bermejo era su padre. Iban juntos a enviar correspondencia, caminaban hasta alguna librería de segunda mano donde él tenía la oportunidad de escoger un libro para llevarse a casa. Así fue como conoció autores como Edmundo De Amicis y Selma Lagerlöf.

Para Arévalo de León, Guatemala tenía un estilo de vida más lento y tranquilo en comparación con México. Fue hasta llegar al país cuando comprendió la relevancia de la figura de su padre. “La dimensión de figura pública que era mi padre me quedó clara cuando llegué a Guatemala”, menciona. Para una parte de las personas que conocía, él era el hijo del expresidente.

Fue esa misma relevancia de su padre, lo que evitó que la familia pudiera estar presente en los oficios y sepelio de la abuela Elena. Con sentimiento recuerda haber recibido la noticia del fallecimiento y el dolor de su padre al no poder acompañarla una última vez.

“Vi a mi padre destrozado por primera vez y entendí la dimensión de que él quería venir y no podía”, argumenta. Esto por el riesgo que aún representaba políticamente, aunque hubiera pasado 18 años de su gobierno.

Arévalo de León recuerda con nostalgia cuando empezó a vivir en Guatemala y el acostumbrarse a tener una familia de tíos, primos y abuelos a su alrededor. Manera de vivir que no conoció en su estadía por los demás países.

El nivel medio y diversificado lo estudió en el Liceo Guatemala, donde aprendió también a desarrollarse en una institución de varones, pues la primaria la había estudiado en escuelas mixtas.

Vivió su adolescencia en el Barrio Moderno en la zona 2 capitalina, en la casa de su madre, la que ahora colinda con su residencia actual. Con los amigos de la zona jugaban fútbol con tapitas en la calle y barranqueaban juntos.

Rodeado de figuras políticas, amistades de su padre, creció viviendo en Guatemala. Aprendió a tocar, entre muchas otras, Father And Son y Caminante no hay camino en guitarra y perteneció a dos grupos, siempre con la guitarra, pues aclara que el canto nunca fue lo suyo.

Vida profesional

Así, pasaron los primeros cinco años consecutivos que vivió en Guatemala y llegó la hora de estudiar en la universidad. Nuevamente por una oportunidad laboral de su padre, se mudan a Israel. Donde pasó el primer año aprendiendo hebreo, uno de lo cinco idiomas que habla, además de español, inglés francés y portugués.

Se interesó en estudiar arquitectura porque la carrera explotaría su lado artístico y creativo, pero terminó matriculándose y graduándose de sociología. “Me inscribí en arquitectura, pero llegué una semana tarde a la entrega de papeles”, justifica su decisión.

Considera que el vivir en varios países lo hizo consciente de las diferencias en la sociedad y le motivó a buscar comprender el por qué suceden las cosas de cierta manera. “Los niños que crecen cambiando de ambiente, por la razón que sea, suelen ser muy conscientes de las diferencias sociales”, señala.

Mientras estudiaba la licenciatura conoce a su primera esposa, quien es de nacionalidad argentina. Con quien se casó al terminar la carrera y es la madre de su primera hija, Amanda. El matrimonio finalizó, eventualmente el candidato volvió a casarse, ahora con una guatemalteca con quien tuvo dos hijas más, Virginia y Lucía.

Al regresar a Guatemala, luego de la carrera universitaria, aplica para trabajar en el Ministerio de Relaciones Exteriores (Minex), donde fue primer secretario, cónsul y ministro consejero e inicia su recorrido en la cartera como funcionario.

Recuerda que cuando inició, su padre le dio algunas recomendaciones entre las que le dijo “acordate que ya no tenés vida privada”, porque al ser diplomático se está siempre en representación del país.

Años después, el trabajo lo trae de vuelta a Guatemala. Fue subdirector y director de distintas oficinas del Minex, en el gobierno de Ramiro de León Carpio fungió como viceministro de relaciones exteriores y luego fue embajador de Guatemala en España por poco más de un año.

Una de las enseñas más valiosas que tomó de su servicio diplomático fue que “la mejor negociación es la que tiene a todo el mundo contento al rededor de la mesa porque es la más sostenible”, reflexiona.

Vistiendo  con saco azul obscuro, camisa celeste y una corbata corinta con detalles verdes y amarillos, Arévalo de León bromea que la entrevista es la mejor excusa para beber café, a pesar de ser diabético.

El sextagenario nacido bajo el signo de Libra, recuerda también el fallecimiento de su padre en los años noventa. Es evidente que la memoria aún le causa tristeza. Narra con lágrimas en los ojos que cuando les dieron la noticia solamente él y su madre, Margarita de León, se encontraban en el país.

“Con la muerte de un padre uno se siente de repente tirando a la orfandad y abandonado ante el mundo”, describió.

Tenía cerca de 18 meses de haber regresado de Israel cuando sucedió. Entre los detalles que tiene presente, menciona que antes de fallecer su padre leía la Biografía de Benito Juárez, quien fue una figura muy importante para Arévalo Bermejo.

Rememora el funeral de Estado y las filas de espera de los ciudadanos para darle el último adiós. “Pero también lo hermoso que fue constatar el cariño que la gente le tenía”, comenta.

Cataloga la relación con su padre como una muy cercana, donde nunca fue castigado y siempre recibió consejos.

Arévalo de León también se desarrolló como miembro del Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica, asesor en la Organización de las Naciones Unidas, Instituto de la Paz de Estados Unidos, entre otros.

Además de estudiar sociología, se graduó de doctorado en filosofía y antropología en Países Bajos.

En los años dos mil, se une sentimentalmente a Lucrecia Peinado, con quien vive actualmente y con quien comparten cinco nietos. Considera a los tres hijos de su cónyuge como propios, aunque no tienen hijos propios del matrimonio, son una familia de seis hijos, reconoce.

Carrera política

Aunque en su hogar se debatía sobre política, su padre, Juan José Arévalo Bermejo, no los animaba a que ejercieran en cargos públicos porque comprendía lo difícil de la situación de ser un funcionario.

Con sentimiento, cree que si el expresidente lo viera compitiendo en el balotaje sentiría orgullo, como todo padre; tristeza, por la situación del contexto político a la que se va a enfrentar; y confianza en  él.

Reflexiona que no existió algún punto en su vida que fuera un parte aguas y lo llevara a ser presidenciable. “Si yo hubiera querido ser presidente en mi carrera política, hubiera tenido que empezar a los treinta años; yo no estaba pensando en eso”, refirió.

Dentro del Congreso de la República aprendió mucho, “no me encontré con nada que no supiera”, asegura. Humanizar las dinámicas y la manera en la que se maneja  desde dentro fue de mucho aprendizaje. Así como ver que personajes dentro del Palacio Legislativo no son conscientes del nivel de corrupción que existe en ciertas negociaciones.

Describe que en el proceso de consulta realizado a lo interno de la agrupación se designaron a  posibles candidatos a la presidencia, entre los que él fue escogido como uno.

Las bases votaron y el escogido fue él, aceptó el compromiso, pero les recalcó: “yo no puedo correr una campaña política sino es para ganar”.

Explica que desde el principio tenían muy claro en la agrupación cuántos votos necesitaban, los públicos a los que apelar, lugares que visitar y estrategias que aplicar. “No voy a decir que no fue una sorpresa llegar ahí (a la segunda vuelta) porque tampoco fue de chiripazo, nosotros teníamos una ruta”, aclara.

Relata que el plan de gobierno se trabajó con anticipación, porque sabía que de ser electo, desde la toma de posesión adquiere una responsabilidad.

El candidato se muestra confiado y tranquilo, acompañado de un grupo pequeño conformado por su asesora, dos personas del equipo de comunicación y su personal de seguridad.

Al sociólogo, hijo de un expresidente, le apasiona escuchar  distintos tipos de Jazz, música Clásica y New Age, además de ser un fan empedernido de la estadounidense Taylor Swift.

Admira a Vincent Van Gogh por la energía que transmite en sus obras; al pianista de Jazz Brad Mehldau, quie le parece excepcional; sin dejar de lado a Sebastian Bach; y a  Armando Manzanero con sus boleros romáticos.

Recomienda que la ciudadanía guatemalteca debería de leer  la serie de libros de Yuval Noah Harari. Sapiens: De animales a dioses, donde se relata toda la hsitoria de la humanidad; Homo Deus: Breve historia del mañana, que reflexiona en el futuro al que nos podemos enfrentar; y 21 Lecciones para el Siglo XXI, el cual aglutina algunos consejos.

Y prosiguió diciendo que, todos, incluido él, deberían de aplicar en la manera de vivir la Biblia. Considera que es un libro que leen la mayoría de personas, pero no la utilizan para vivir el día a día.

Recalca que desde joven comprendió la importancia de su apellido, pero nunca fue un peso para él. Recibió comentarios buenos como malos respecto a su padre, pero no le causaban ningún tipo de trauma, como él refiere. Es evidente que admira a su padre quien, casi llega  al presidencia democráticamente en dos ocasiones.

La entrevista finaliza, se levanta de la silla con la sonrisa que le caracteriza y ríe mientras comenta que ese tipo de conversaciones le gustan. Se despide de todos los presentes uno a uno y continúa su agenda del día.