El consumo de algunos medicamentos con bebidas alcohólicas podría provocar problemas de salud como náusea, dolor de cabeza, desmayos y sangrados internos, entre otros.
Para muchas personas tomar una bebida alcohólica en ocasiones especiales o cuando está con amigos puede ser inofensivo. Pero si ha tomado medicamentos, lo ideal es no beber alcohol ya que su combinación podría generar problemas de salud, desde náuseas, dolor de cabeza, hasta hemorragias internas y dificultades respiratorias.
Cuando se toma un medicamento, este viaja al estómago para llegar al hígado. Allí se metaboliza y se descompone para ingresar el torrente sanguíneo. Cada dosis que se ingiere toma en cuenta dicho proceso. Cuando se ingiere alcohol, este también se descompone en el hígado, lo que puede afectar la cantidad de medicamento que pasa a la sangre y con ello su efecto.
Algunos medicamentos se metabolizan más, lo que puede significar que no llegue suficiente a la sangre para ser efectivo; mientras que otros se metabolizan menos, es decir, que se obtiene una dosis mucho más alta de lo previsto, lo que podría provocar una sobredosis, comentaron los académicos Nial Wheate y Jessica Pace a la BBC.
El médico internista Eduardo López indica que, al realizarse la mezcla entre medicamentos con vino o cerveza, debido a que estas bebidas tienen una sustancia llamada “Tiramina”, puede provocar síntomas gastrointestinales como náuseas o vómitos. “Regularmente puede haber consecuencias en donde se potencia el efecto del medicamento o se disminuye, según sea el tipo de medicina”, añade.
¿Qué pasa si se toman medicamentos y alcohol?
La combinación de medicamentos con bebidas alcohólicas puede causar diferentes consecuencias, los cuales dependerán del tipo de medicina que se consuma. Sin embargo, los efectos más leves son náuseas, vómitos, desmayos, perdida de la coordinación, dolor de cabeza y palpitaciones.
Los efectos más graves incluyen sangrado interno, problemas cardiacos y dificultades para respirar, señalan Lorena Cerna, jefa del Centro Guatemalteco de Información de Medicamentos (CEGIMED) y Carolina Guzmán, jefa del Centro de Información y Asesoría Toxicológica (CIAT).
Además de estas consecuencias, el alcohol puede disminuir la acción terapéutica del medicamento e, incluso, anularla por completo y convertirlo en algo dañino o tóxico para el cuerpo.
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“El alcohol, así como algunos medicamentos, puede provocar sueño, letargo o mareos. Tomar bebidas alcohólicas en combinación con medicamentos puede intensificar estos efectos secundarios. Es posible experimentar dificultades para concentrarse o para llevar a cabo actividades mecánicas”, describe el Instituto Nacional sobre el Abuso del Alcohol y el Alcoholismo de Estados Unidos.
Medicinas no se deben tomar con alcohol
Muchos medicamentos tienen interacción con el alcohol, aún así los recete el médico o se compren sin receta. “No existe una dosis segura de consumo de bebidas alcohólicas. No debe consumirse alcohol si está embarazada o cree estarlo, tampoco en lactancia”, dice Cerna y Guzmán.
Los medicamentos más comunes que no deberían de mezclarse con alcohol son los antibióticos, antihistamínicos analgésicos, ansiolíticos o fármacos de uso psiquiátrico. Entre ellos, el Paracetamol, Aspirina y antibióticos como: penicilina, azitromicina, metronidazol, benzodiacepinas como alprazolam o clonazepam.
Otros fármacos que no se deben mezclar con bebidas alcohólicas son:
- Ácido acetil salicílico (Aspirina): produce reacciones adversas como dolor estomacal, irritación gástrica, sangrado y al ingerirse simultáneamente con bebidas alcohólicas este efecto se potencia hasta producir úlceras. Si la persona padece problemas hepáticos se puede incrementar el daño hepático.
- Antialérgicos o antihistamínicos: se usan para problemas de alergias. Los antihistamínicos de primera generación, como el maleato de clorfeniramina, producen somnolencia, reacción adversa que se potencializa si se ingiere alcohol simultáneamente, por lo que no se recomienda el manejo de maquinaria ni vehículos.
- Antibióticos: debido a que el alcohol aumenta el metabolismo hepático de algunos antibióticos, produce que sea menos efectivo e incrementa el riesgo de irritación o sangrado gástrico. Con metronidazol, un antibiótico y anti protozoario, puede producir el efecto disulfiran (nausea, vómitos, dolor de cabeza, rubor y palpitaciones). El linezolid, con vino tinto o cerveza, podría causar aumento en la presión arterial.
- Medicamentos para tiroides, próstata y diabetes: estos fármacos no se deben combinar con alcohol. Además, se recomienda que no se suspendan porque podrían provocar un descontrol en la salud.
- Ibuprofen: los medicamentos que se toman para calmar un dolor leve (como el muscular), fiebre e inflamación, cuando se combinan con alcohol podrían provocar malestar estomacal, hemorragias y úlceras, y aceleración del ritmo cardiaco. El acetaminophen podría generar úlceras y daño hepático.
El Instituto Nacional sobre el Abuso del Alcohol y el Alcoholismo de Estados Unidos enlista algunos medicamentos que interactúan con el alcohol y cuáles son los posibles efectos.
- Acidez estomacal, indigestión y agruras: fármacos con componentes activos como nizatidine, Metoclopramide, Cimetidine y Ranitidine provocan aceleración del ritmo cardiaco, cambios repentinos en la presión sanguínea y aumento de los efectos del alcohol.
- Alergias, resfríos y gripe: generan letargos, mareos y aumento del riesgo de sobredosis
- Ansiedad y epilepsia: los componentes Lorazepam, Buspirone, Clonazepam, Chlordiazepoxide Paroxetine, Diazepam y Alprazolam provocan letargo, mareos, respiración lenta o dificultad para respirar, pérdida de control del sistema motor, comportamiento inusual y falla de memoria.
- Colesterol alto: estos fármacos podrían causar daño hepático, enrojecimiento del rostro y escozor, aumento de hemorragias estomacales.
- Depresión: la medicina que se toma para la depresión, al combinarse con alcohol podría generar letargo, mareos, profundizar el sentimiento de depresión o desesperanza, control motor deficiente, entre otras consecuencias.