En una década las enfermedades no transmisibles se han duplicado en Guatemala, y cada vez más la población en edad productiva está entre los afectados.
La hipertensión, la diabetes, la enfermedad renal crónica y el cáncer avanzan a paso acelerado entre la población guatemalteca, según el Estudio epidemiológico de las enfermedades no transmisibles en Guatemala realizado por la Fundación para el Desarrollo de Guatemala (Fundesa), que analiza los casos y la prevalencia de estos padecimientos en el período 2010-2019. Este fue presentado en una mesa de diálogo con varios sectores para plantear soluciones a la problemática.
En esa década los casos de estas enfermedades se duplicaron, lo que ha generado una sobrecarga en el Sistema de Salud Pública y en el Seguro Social, pero también tiene un impacto negativo en la economía, pues más personas que conforman la fuerza productiva del país están en el grupo de los afectados.
Las enfermedades no transmisibles (ENT), según el informe, no son resultado de una infección aguda, y sus consecuencias para la salud son de largo plazo, requieren tratamiento y cuidado prolongado ―puede ser de por vida―.
Cada año mueren en el mundo cerca de 41 millones de personas como consecuencia de las ENT, mientras que en Latinoamérica fallecen 3.9 millones. Los más afectados son los países de ingresos medios y bajos como Guatemala, según reporta la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Por ejemplo, la tasa de mortalidad por diabetes en 2010 era de 32.6 por 100 mil guatemaltecos, para el 2019 pasó 41.6 por la misma cantidad de habitantes. Mientras que la hipertensión es la principal causa de muerte en adultos en el país.
El rango de edad entre los guatemaltecos con alguna ENT es entre 20 y 70 años, población en edad productiva, lo que, para Carmen Salguero, coordinadora de la Comisión de Salud de Fundesa, es preocupante, pues cada vez hay más población joven enferma y se pierden años de vida por el fallecimiento prematuro.
“No es posible que jóvenes de 25 años estén muriendo a causa de la diabetes o de enfermedad renal crónica. El problema es que tenemos cada vez más un grupo poblacional de personas en edad productiva enfermo. No hay economía viable, no hay bienestar sin salud. La salud es productividad, es bienestar; la salud es progreso”.
Carmen Salguero, coordinadora de la Comisión de Salud de Fundesa
Revertir esta tendencia es “un imperativo estratégico de país”, añade. Se habla de enfermedades crónicas porque la persona debe medicarse de por vida, y catastróficas porque el costo del tratamiento es cada vez más elevado.
Salguero y el médico Rudolf García-Gallont, especialista en cirugía vascular y trasplante de órganos, coinciden en que la prevención de las ENT es un tema urgente, un trabajo que debe ser coordinado por el Ministerio de Salud y que involucra a la población en general.
“Con un control adecuado y prevención sobre diabetes, sobre hipertensión, podemos incidir en una baja importante (de los casos), allí es donde hay que comenzar”, dice el médico, y el costo resulta menor que pagar un tratamiento de Q50 mil mensuales en anticuerpos monoclonales para un paciente con cáncer, por ejemplo.
“La mejor decisión es la prevención. No es lo mismo detectar diabetes a una edad temprana, en un estadio menor, que cuando se tiene comprometido los riñones”, dice Salguero, y en ese esfuerzo hay que trabajar, en educar a la población, fortalecer las capacidades del personal sanitario para la detección temprana y la atención de estas enfermedades, robustecer los servicios y unir esfuerzos entre el sector público y el privado para atajar la problemática.
El impacto de las ETN en Guatemala es mayúsculo, por lo que a consideración de García-Gallont, el Ministerio de Salud debería pensar en tener un Viceministerio de enfermedades crónicas no transmisibles.
Pocos recursos
Atender el problema de las ENT en el país requiere de un presupuesto robusto, lo que no se tiene. En Guatemala el gasto público en salud ha estado por debajo del 2 por ciento del Producto Interno Bruto. Mientras que en el 2013 era del 1.14 por ciento, una década después fue de 1.07 por ciento (2023), como indica el informe de Fundesa.
Las ENT representan una carga adicional a los sistemas de salud, pues la demanda de servicios va en aumento conforme crece la población enferma, que, además, requiere de atención especializada, con procedimientos y medicamentos más costosos por períodos prolongados. El bajo gasto en salud que hace el país obliga a las familias a costear el tratamiento de sus pacientes, con lo que se habla de que gasto de bolsillo del 64 por ciento.
Se estima que para el 2020 cerca de 10.7 millones de personas costearon parte o la totalidad de la atención médica, con lo que el golpe para los hogares de escasos recursos es mayor.
64 por ciento es el gasto de bolsillo en Guatemala.
En Guatemala se carece de información acerca del costo de la atención de las ENT, y es un estudio que Fundesa espera desarrollar el próximo año. Sin embargo, en el informe actual se presenta la estimación que hace el Sistema de Integración Centroamericana (SICA) sobre el costo de la diabetes en el país para el 2000, que era de US$1840,8.
Por costos como este es que García-Gallont dice que “es urgente atender” el problema de las ENT, porque no hay sistema de salud que logre financiarlas.
Estadísticas limitadas
En el país se dificulta tener datos que reflejen la realidad sobre la prevalencia y la incidencia de estas enfermedades. El sistema de salud está fragmentado, con un sector público y uno privado, que no está del todo coordinados y que manejan estadísticas de atención y procesos de gestión por separado ―se carece de un sistema único de información―, esto impide tener un sistema de vigilancia unificado que permita plantear y desarrollar planes para atender este problema de salud.
Por ello, en el informe de Fundesa se presentan por separado los datos del Ministerio de Salud, que se basan en la prevalencia ―a partir de atención en los servicios públicos―, y los del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), que reporta el número de consultas atendidas. Aparte, no se tienen los datos de las clínicas y hospitales privados.
Desde el Ministerio de Salud
La viceministra de Hospitales, Sandra Carballo, indica que la información presentada en el estudio de Fundesa son datos que se habían proyectados desde años atrás, y que reflejan el crecimiento de las enfermedades crónicas, pero también lo que se espera en la siguiente década para Guatemala.
“El Ministerio de Salud, aunque tuviera más recursos de los que tiene asignados no podría responder a la población como quisiéramos. La clave aquí es la prevención de estas enfermedades”, dice Carballo.
Agrega que una de las maneras que la cartera tiene de paliar esta problemática es que la población haga conciencia de esta situación y del rol que juega desde su autocuidado, y en ese punto se plantean acciones de promoción, de prevención y de concientización para prevenirlas las ENT, partiendo de un trabajo interinstitucional en el que también se involucren ministerios como Educación y Trabajo.
Parte del plan que el Ministerio de Salud tiene para atender las ENT es el fortalecimiento del primero y segundo nivel de atención, los primeros lugares a los que la población tiene acceso. También la formación de más recurso humano, desde auxiliares hasta especialistas, y la capacitación continua del personal que ya labora dentro de las instituciones.
Diabetes: enfermedad silenciosa
Los casos de diabetes se duplicaron en una década, y la tendencia se mantiene. Solo en el Ministerio de Salud en el 2010 se reportaron 64 mil 239, cifra que pasó a 147 mil 631 en el 2019. En ese período la tasa dio un brinco de 447 casos por cada 100 habitantes a 851 por la misma cantidad de población.
El informe de Fundesa refiere que las áreas con más población afectada en esos 10 años fueron Ixcán; el norte, suroriente y suroccidente de Petén, y Santa Rosa. Mientras que el 75 por ciento de los casos registrados fueron de mujeres, y el mayor número ocurrió entre el rango de 50 a 54 años. Se hace la observación que este comportamiento podría deberse escaso acceso de los hombres a los servicios de salud.
La misma tendencia al crecimiento se observa en el registro del IGSS, aunque acá se contabilizan consultas y no casos. En el 2010 hubo 60 mil 8 consultas que en una década aumentaron a 125 mil 373. Fueron cerca de 3 mil atenciones más cada año. Los departamentos con mayor cantidad de pacientes fueron Guatemala, Escuintla y Suchitepéquez, y más mujeres que hombres.
El sobrepeso, obesidad y la falta de ejercicio son las principales causas de la enfermedad, que puede llevar a la pérdida de visión, insuficiencia renal, problemas vasculares, accidentes cerebrovasculares y amputación de miembros.
La diabetes mal controlada puede llevar a la muerte prematura, y respecto a este tema el informe señala que en 2019 fallecieron seis mil 932 guatemaltecos por esta causa, datos obtenidos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
En 2019, los años potenciales de vida perdidos (AVPP) ―un indicador de muerte prematura― en ambos sexos se ubicó entre los 50 y 55 años, un período en que la población es económicamente activa, y según el informe, esto representa un impacto económico para las familias, la comunidad y el país.
Hipertensión arterial: causa de muerte prematura
En Guatemala la hipertensión arterial (HTA), que ocasiona enfermedades cardiovasculares, es la causa número uno de muerte en adultos.
Según información del Ministerio de Salud para el 2010 habían 633 hipertensos por cada 100 mil habitantes, una década después el número subió a mil 41 por la misma cantidad de personas.
Baja Verapaz, Chiquimula, El Progreso, Guatemala Central y Nororiente, Izabal, Jalapa, Jutiapa, Zacapa y Santa Rosa tenían la tasa más alta de prevalencia de la enfermedad en el 2019.
De los casos que detectó Salud, el 75 por ciento eran mujeres, en el rango de edad de mayores de 70 años.
En lo que respecta al IGSS en el 2010 las atenciones a pacientes sumaron 148 mil 117 y llegaron a 214 mil 321 una década más tarde. La mayoría de los casos ocurrió en el departamento de Guatemala.
Al segregar los datos por sexo y edad, el instituto atendió principalmente a hombres mayores de 70 años. Sin embargo, en el caso de personas menores a esa edad, se observa un mayor número de mujeres, muchas económicamente activas.
El estudio de Fundesa señala que un manejo clínico adecuado de estos pacientes puede ayudar a disminuir los efectos negativos de la hipertensión arterial, pues esta, junto a la diabetes, es un detonante para la enfermedad renal crónica.
La tasa de mortalidad de la hipertensión arterial en Guatemala oscila entre tres y cinco por cada 100 mil habitantes. La APVP en 2019 se incrementó a partir de los 40 años en ambos sexos.
“Estas patologías se asocian con discapacidad y altos costos de atención. Siendo la HTA y la diabetes mellitus prevenibles a partir de la modificación de riesgos, es imperativo que se desarrollen planes programas y proyecto que coadyuven a su reducción”, dice el informe.
Identificar a una persona hipertensa es sencillo, basta con medir la presión en varias ocasiones, si marca 140/90 milímetros de mercurio hay que estar alerta.
Enfermedad renal crónica: daño irreversible al riñón
La enfermedad renal crónica (ERC) afecta de manera gradual la función de los riñones. Entre los factores de riesgo está la hipertensión, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, la obesidad y el tabaquismo.
Cada año se detectan alrededor de 5 mil nuevos casos en el país, según datos de Salud. La tasa para el 2019 se consideraba en 19 casos por 100 mil habitantes, mientras que en 2010 se encontraba en seis, lo que muestra un crecimiento acelerado.
Fundesa indica en el estudio que Guatemala está entre los países que presentan nefropatía endémica de Mesoamérica, una enfermedad que avanza a ERC principalmente entre hombres adultos que viven en áreas de las costas del Pacífico.
Entre las causas de dicho padecimiento se mencionan agroquímicos, metales pesados y metaloides, estrés térmico y deshidratación, causas metabólicas, agentes infecciosos, toxinas ambientas, medicamentos, genética y herencia.
Los datos del Ministerio de Salud reportados en 2010 eran 834 casos detectados en los servicios públicos, ya para el 2019 la cifra ascendió a tres mil 319. Son las mujeres las más afectadas.
La mayoría de los pacientes llegan a consulta en un estadio avanzado, cuando necesitan terapias sustitutivas como diálisis y hemodiálisis, según Fundesa.
La incidencia anual de diálisis puede ser superior a mil 400 pacientes por millón de habitantes. En lo que respecta a la mortalidad en el período analizado, se pasó de 10 a 17 defunciones por cada 100 mil habitantes.
El IGSS reporta pacientes atendidos, no casos, y en ese sentido entre 2010 y 2019 dio 114 mil 293 atenciones por ERC, principalmente en Guatemala, Escuintla y Suchitepéquez, áreas en donde hay más derechohabientes y en las que el instituto tiene mayor capacidad instalada.
Con relación a los AVPP, a diferencia de la diabetes y la hipertensión, el mayor impacto de mortalidad prematura está entre las edades de 20 a 24 años, de 45 a 49 años y 60 a 64 años en el caso de los hombres, mientras que en las mujeres es de 15 a 19 años, 55 a 59 años y 65 a 69 años.
Cáncer: tumores malignos
En el país recién se aprobó Ley para la Atención Integral de Cáncer que promueve la prevención, factores de riesgo, detección temprana, tratamiento y rehabilitación de los pacientes con cáncer mediante un modelo integral. También busca que se tenga un registro de los casos unificado. El reglamento de la normativa está en proceso.
Mientras se avanza en la implementación de la ley, el registro es realizado por distintas instituciones que dan atención a los pacientes.
El Instituto de Cancerología (INCAN) detectó mil 983 casos solo en 2019, siete de cada diez eran mujeres, la edad media era de 55.5 años. La localización de los cánceres es de cérvix invasivo en 31.4 por ciento, mama 20.3 por ciento y los tumores de la piel (no melanoma) ocho por ciento.
La edad media en hombres es de 61 años, y los cánceres más frecuentes son tumores de la piel (no melanomas) 13.7 por ciento, próstata y de hígado y vías biliares intrahepáticas 11 por ciento.
El informe de Fundesa presenta los casos detectados por el Ministerio de Salud entre 2016 y 2019, período en que la tasa pasó de 10 a 15 por cada 100 mil guatemaltecos. Hay mayor incremento en la detección en mujeres, no hay certeza si esto se debe a un mayor acceso a servicios especializados o si se trata de un incremento real en los casos.
También se observa un aumento de pacientes atendidos en el IGSS. En 2010 la cifra era de 24 mil 122 y una década después llegó a 57 mil 196. Los principales cánceres observados fueron mamá, próstata, recto y colon.
Debido a que cada institución presenta sus propios datos, Fundesa refiere que hay debilidad para determinar la prevalencia e incidencia de cáncer en Guatemala, lo que también limita que haya planes efectivos para la disminución de riesgos y de atención a los pacientes. Dicha segmentación también dificulta tener un dato real del costo que representa la atención de esta enfermedad.
En el tema de la mortalidad por cáncer se estableció que para el 2019 era de 48 por cada 100 mil habitantes en el país, dato del Ministerio de Salud. El mayor número de APVP está en personas entre los 30 y 60 años.