El precio del oro, considerado un refugio en tiempos de incertidumbre económica, superó este martes la barrera de los US$3.500 dólares la onza, marcando un récord histórico en su impresionante ascenso en medio de la guerra arancelaria y la incertidumbre por el rumbo de la economía mundial.

El oro ha subido más de un 30% en lo que va del año, según la firma de datos FactSet, mientras el mercado de valores ha caído.

El récord alcanzado este martes también refleja el mayor incremento mensual desde 2012.

El interés en comprar oro suele aumentar cuando los inversores se ponen ansiosos frente a la incertidumbre económica y buscan alternativas más estables para su dinero frente a la inestabilidad de los mercados bursátiles.

En el escenario actual, el incremento se debe en gran medida a la incertidumbre que han generado en los últimos meses las consecuencias que pueden tener las guerras comerciales iniciadas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

El mandatario ha seguido una política de aranceles (impuestos a los productos extranjeros) considerada errática, dado que muchas de las medidas anunciadas por la Casa Blanca han sido objeto de cambios posteriores, desconcertando a dirigentes políticos, economistas e inversores.

Muchos gobiernos y grandes fondos de inversión no saben qué esperar de esta política arancelaria que está afectando tanto a aliados económicos como a adversarios, sacudiendo los mercados financieros y amenazando con aumentar la inflación para familias y empresas.

Crecimiento económico mundial a la baja

En medio de las tensiones comerciales, este martes el Fondo Monetario Internacional, FMI, advirtió que han empeorado las perspectivas de crecimiento para la economía mundial, precisamente a partir de los aranceles de Trump y la incertidumbre que han generado.

«La economía global entra en una nueva era», dijo Pierre-Olivier Gourinchas, economista jefe del organismo, anticipando una baja en el crecimiento mundial a 2,8% este año y una recesión en México.

«El sistema económico mundial bajo el cual han operado la mayoría de los países durante los últimos 80 años está siendo reconfigurado», agregó. «Las normas existentes se ven cuestionadas, mientras que las nuevas aún no han surgido».

En las reuniones del FMI y el Banco Mundial que se están celebrando esta semana en Washington DC, reina el pesimismo impulsado por las malas previsiones económicas, las subidas y bajadas en los mercados y el potencial aumento de la inflación.

Con un futuro cada vez más difícil de anticipar, sus economistas han estado corriendo a toda velocidad para ajustar las previsiones frente a un escenario tan cambiante.

El crecimiento mundial que actualmente proyecta el FMI es el más bajo desde la pandemia y uno de los menores de las últimas décadas, excluyendo la recesión global posterior al 2008 y la ocurrida tras el estallido de la burbuja tecnológica en 2001.

La mayoría de las grandes economías avanzadas recibirán el golpe, incluyendo a EE. UU. (cuyo crecimiento bajaría al 1,8%), Canadá, Japón, Reino Unido y la Unión Europea.

Una de las grandes interrogantes es hasta dónde escalará la guerra comercial entre EE. UU. y China y por cuánto tiempo se van a mantener los aranceles que se han impuesto mutuamente.

En este contexto internacional, el precio del oro se mantiene alto y el incremento de esta semana estuvo impulsado, señalan expertos, por las recientes amenazas de Trump de destituir al presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, a quien el mandatario ha criticado duramente por no reducir las tasas de interés.

Cualquier intento de destituir a Powell, probablemente desencadenaría una crisis en los mercados financieros globales por temor a que un banco central menos independiente en EE.UU., pueda tener mayores dificultades para mantener la inflación bajo control.

Además de la guerra arancelaria y la incertidumbre global que ha generado, los analistas también ven como causa del aumento del precio del metal en el último año, la masiva compra de oro por parte de algunos bancos centrales de todo el mundo y, especialmente, por parte de China.

Esta demanda por el metal ya había comenzado en 2022 tras la guerra en Ucrania, una crisis que impulsó a muchos países a diversificar sus reservas más allá del dólar, comprando grandes cantidades de oro.

Y ahora, con la nueva ola de incertidumbre, nuevamente los países buscan resguardarse ante las vicisitudes con la adquisición del metal, mientras el dólar sigue perdiendo terreno (acumula una depreciación del 11 % en 2025 y marca mínimos desde principios de 2022).

Si las condiciones actuales de la economía global continúan, el consenso entre analistas es que el precio del oro podría seguir subiendo a territorios sin precedentes, especialmente si siguen deteriorándose las perspectivas de crecimiento y la confianza de los consumidores.