Lynnette Neufeld, directora de la División de Alimentación y Nutrición de la FAO, señala que para atender la obesidad, enfermedades crónicas y la desnutrición hay que procurar una dieta saludable.
Guatemala es un país que no ha logrado superar los problemas de malnutrición. Por un lado está la desnutrición y por el otro los problemas de sobrepeso-obesidad, según Lynnette Neufeld, directora de la División de Alimentación y Nutrición de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Si bien, la experta considera que la desnutrición aguda —aquella que puede causar la muerte en la población infantil— ha descendido en las últimas décadas, la crónica —baja talla para la edad— y la deficiencia de micronutrientes persisten y afecta principalmente a la población con menos recursos económicos, con lo que la brecha de la inequidad continúa.
Pero hay otro problema que gana terreno entre la población, la prevalencia del sobrepeso-obesidad, que ha dejado de ser urbano y se acompaña de las enfermedades crónicas.
Neufeld indica que esta condición puede empeorar la inequidad en el país, pues cuando los servicios de salud se vuelvan a atender el sobrepeso y las enfermedades relacionadas, se descuidan los problemas persistentes de talla baja en niños y la desnutrición por vitaminas y minerales.
“Hay que detener esa tendencia para no contribuir aún más a las inequidades y asegurar que la atención no vaya únicamente al sobrepeso-obesidad, que es un problema más urbano, que afecta a la población con menos desaventajadas, con un poco más de recursos y más acceso a los servicios. Es un riesgo que el énfasis quede allí a costo de la población más vulnerable”, refiere.
La directora de la División de Alimentación y Nutrición de la FAO añade que el problema de baja talla en los niños va más allá de lo nutricional, pues está condicionada por factores económicos, de acceso a servicios de salud, de agua limpia y alimentos inocuos. Mientras que el sobrepeso-obesidad está afectado por la industria alimentaria que ofrece comida no saludable a menor precio. Al final, el factor común entre ambos problemas es la dieta.
“Si el país se enfoca en promover patrones de dieta saludable pega en dos lados: ayuda al crecimiento y bienestar de los niños, a combatir la deficiencia de micronutrientes, de vitaminas y minerales, y previene el sobrepeso-obesidad y las enfermedades crónicas. Es un gana-gana”, dice.
Nuevo enfoque
De acuerdo con Neufeld, el Gobierno ha iniciado el proceso de actualizar las guías alimentarias con un enfoque en sistemas agroalimentarios, ya no es únicamente ver el plato de comida con los distintos grupos de alimentos y cantidades que se deben consumir al día, eso es importante, pero también es considerar cómo llegan esos alimentos a la mesa de los guatemaltecos, qué es lo que está produciendo el sistema agrícola y qué se hace para fortalecer y asegurar que los productos estén disponibles y sean asequibles para todos.
“El país decidirá si es una olla o un plato, porque tiene que ser relevante y aceptado, la diferencia en esta forma de preparar las guías es que es un proceso consultivo, que incluye al sector agrícola, al productivo, al económico, a la academia, a Salud, a Educación, para que las políticas se alineen y se coordinen hacia un fin común, que es la factibilidad de que la población consuma ese plato”, dice Neufeld.
Los sistemas agroalimentarios sostenibles, según la FAO, se enfocan en proporcionar información a los consumidores para promover dietas saludables, ayudando a los productores a elevar su producción de alimentos de manera sostenible, y facilitar la disponibilidad y el acceso a la población.
Fue Guatemala, según Neufeld, la que se acercó a la FAO para consultar sobre la metodología de guías alimentarias basadas en sistemas agroalimentarios, y es el Ministerio de Salud el que lidera este proceso, que debe ser consultivo. Al involucrar a tantos sectores el proceso puede tardar entre uno a tres años.
Más que educar
La proyección, según la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases (CIF), es que entre septiembre de este año y febrero del próximo alrededor de 2.7 millones de guatemaltecos estén en inseguridad alimentaria aguda, y las condiciones climáticas que se esperan para los meses siguientes pueden empeorar el panorama.
Ante esta situación, Neufeld menciona que es importante ayudar a las familias con los ingresos, con trabajo productivo, pero también es necesario rebalancear el costo de los alimentos.
“Muchas veces el alimento más disponible y asequible es el no saludable. Hay que asegurar, priorizar, rebalancear ese costo de los alimentos para que la dieta saludable sea más asequible y el costo de la menos saludable sea más alto”, dice.
Si bien se debe logar que los alimentos estén al alcance de las personas, hay que educarlas para que cambien sus hábitos de consumo a una dieta saludable ―adecuada, balanceada, diversa y moderada―, punto en el que la legislación puede ayudar.
En febrero pasado, en el Congreso de la República pasó a segundo debate la iniciativa de ley 5504, promoción de la alimentación saludable, que propone el etiquetado de alimentos, que advierta a la población sobre el riesgo de consumir productos con alto grado de azúcares y grasas. Sin embargo, la discusión del impacto que tendrá la industria de alimentos mantiene en análisis la aprobación.
La directora de la División de Alimentación y Nutrición de la FAO indica que países en los que ya se utiliza el etiquetado frontal en los productos ya ven un impacto positivo en el patrón de consumo de los alimentos.
“No es una solución única, pero es una parte importante de esta, porque es un apoyo al consumidor para tomar una decisión informada”, señala, y acciones como es necesario abordarlas cuanto antes, al considerar que Guatemala no ha resuelto los problemas de inseguridad alimentaria y de desnutrición, y la sobrepeso-obesidad ―afecta al 67.2% de los mayores de 18 años― y las enfermedades crónicas van en aumento.