Las personas que se han recuperado de la COVID-19 tienen una probabilidad significativamente mayor (60 por ciento) de sufrir problemas de salud mental, como ansiedad o depresión, indica un estudio que publica hoy British Medical Journal.

Incluso entre quienes no necesitaron ser hospitalizados pueden persistir o aparecer problemas relacionados con la salud mental en las semanas y meses posteriores a la fase aguda de la enfermedad, señala la investigación, encabezada por la Universidad de Washington en San Luis (EE.UU).

Esos trastornos incluyen ansiedad, depresión e ideas suicidas, así como trastorno por consumo de opiáceos, drogas y alcohol, alteraciones del sueño y de la cognición.

En general, el estudio señala que quienes habían pasado la COVID-19 tenían un 60 por ciento más de probabilidades de padecer problemas de salud mental que las no infectadas.

Los datos indican que, en comparación con los grupos de control sin ninguna infección, las personas que pasaron la covid-19 tenían un 35 % más de probabilidades de sufrir trastornos de ansiedad y casi un 40 por ciento más de experimentar depresión o trastornos relacionados con el estrés que pueden afectar al comportamiento y las emociones.

Esto coincidió con un aumento del 55 por ciento en el uso de antidepresivos y del 65 por ciento en el benzodiazepinas, para la ansiedad.

Además, tenían un 41 % más de probabilidades de sufrir trastornos del sueño, un 80 por ciento más de experimentar lo que se conoce como niebla mental (olvidos, confusión, falta de concentración) y un 46 por ciento más de tener pensamientos suicidas.

En comparación con las personas que no habían pasado la enfermedad, los recuperados tenían un 34 por ciento más de probabilidades de desarrollar trastornos por consumo de opiáceos y un 20% más de sufrir trastornos por consumo de sustancias relacionadas con el alcohol o las drogas ilegales.

El autor principal de la investigación Ziyad Al-Aly indicó que estos hallazgos «sugieren una relación específica entre el SARS-Cov-2 y los trastornos mentales».

El experto señaló que aún no saben con certeza a qué se debe ese vínculo, pero una de las hipótesis es que el virus pueda “penetrar en el cerebro y perturbar las vías celulares y neuronales, lo que provoca trastornos de salud mental».

Las infecciones por COVID-19 «es probable” que hayan contribuido a más de 14.8 millones de nuevos casos de trastornos de salud mental en todo el mundo y 2.8 millones en Estados Unidos, dijo.

Aunque todos hemos sufrido durante la pandemia, las personas que han padecido la COVID-19 están «mucho peor mentalmente. Tenemos que reconocer esta realidad -indicó- y abordar estas condiciones ahora antes de que se conviertan en una crisis de salud mental mucho mayor.»

El equipo usó registros médicos de una base de datos que opera el mayor sistema de atención médica integrada de Estados Unidos y el análisis incluyó a casi 154 mil pacientes que habían dado positivo en coronavirus entre marzo de 2020 y enero de 2021.

Con métodos estadísticos, compararon la información sanitaria de estos pacientes con los datos de más de 11 millones de personas que no habían contraído la enfermedad, aproximadamente la mitad en el mismo periodo de tiempo y la otra mitad en un periodo entre 2018 y 2019, antes de la pandemia.