La situación en la que se encuentra Guatemala debido a la expansión de la tercera ola de la COVID-19 es complicada, con casi el 90 por ciento del territorio en el máximo nivel de alerta del semáforo epidemiológico y una baja administración de vacunas.

Con 497 mil 690 casos confirmados y 12 mil 468 muertes por la pandemia, las cifras más altas de Centroamérica, estas son las claves para entender lo que sucede en Guatemala durante la tercera ola del coronavirus:

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1. Lenta adquisión de vacunas

Desde el pasado 25 de febrero, cuando el Gobierno puso la primera vacuna, poco más de 3.5 millones de habitantes han recibido por lo menos una dosis de inmunización contra la COVID-19, pero solo 1.5 millones ha sido inoculada con el esquema completo de dos inyecciones.

Ello equivale apenas el 10 por ciento del total de lo planificado por el Gobierno: 10.5 millones de personas de los 16.5 millones de habitantes del país centroamericano.

Con apenas 1.5 millones de personas inoculadas con dos dosis, Guatemala tiene uno de los peores índices de vacunación de Latinoamérica.

Una parte del atraso en la vacunación tiene su origen en un contrato firmado en abril pasado por el Gobierno de Guatemala con Rusia, país al que compró 16 millones de dosis de vacunas Sputnik, con un 50 por ciento (80 millones de dólares) ya pagados por adelantado.

Sin embargo, hasta la fecha solamente han llegado 1.4 millones de dosis de la vacuna rusa a Guatemala y la mayor cantidad de vacunas que han aterrizado en el país centroamericano proceden de donaciones, incluidas 4.5 millones enviadas por el Gobierno de Estados Unidos.

2. Vacunación centralizada

Diversos especialistas y opositores han recriminado al Gobierno haber centralizado la vacunación en la Ciudad de Guatemala y sus alrededores, además de algunos centros urbanos y haber olvidado a las provincias.

Mientras el 58 por ciento de los habitantes del departamento central de Guatemala, donde está ubicada la metrópoli capitalina, han sido vacunados, en la provincia los números son más reducidos.

Los departamentos como Quetzaltenango y Alta Verapaz, dos de las ciudades más grandes después de la capital, apenas superan el 34.9 por ciento y el 17,5 por ciento de habitantes vacunados, respectivamente.

3. Hospitales llenos, sin equipo y recurso humano

Los hospitales de la Ciudad de Guatemala y varios del interior del país están llenos o próximos a saturarse.

Algunos, como el temporal del Parque de la Industria —erigido específicamente en 2020 para atender la pandemia— y el Regional de Zacapa (al este) y el de Chiquimula (este), anunciaron que ya no recibirán pacientes al estar por encima de su capacidad y recursos.

El propio viceministro de Hospitales de la cartera sanitaria, Francisco Coma, advirtió a una radio local este miércoles que llegó el momento de “enfrentar la realidad” y esa no es otra que “el momento de desborde se acerca”.

También el personal de salud afirmó resentir el cansancio acumulado y el estrés propio de la pandemia, además de incumplimientos de pago, como retrasos de hasta seis meses y poca contratación de más médicos y enfermeros, junto con el poco suministro de recursos básicos por parte del Gobierno.

4. Crisis política

El Gobierno que preside desde enero de 2020 el médico y exdirector de presidios, Alejandro Giammattei, decidió enfrentar la pandemia a fuerza de estados de calamidad, para facilitar las compras por excepción y los toques de queda nocturnos.

Esas decisiones avanzaron en los primeros seis meses de pandemia en 2020, entre marzo y septiembre, pero durante 2021 la Administración de Giammattei no ha encontrado eco o los suficientes votos en el Congreso para emitir las disposiciones que consiguieron cerrar el país el año anterior.

Muestra de esto último fue la bochornosa jornada legislativa del pasado lunes, cuando, entrada la noche, la mayoría del Congreso decretó rechazar la solicitud de un nuevo Estado de calamidad enviado el viernes pasado por el presidente, ya que, en su opinión, solo es una excusa para hacer compras estatales con mayor facilidad, dando paso a la corrupción.

Con restricciones que se limitan a un semáforo laxo —que permite en rojo la apertura de centros comerciales, bares y cines—, con parques al aire libre restringidos y las clases escolares en modalidad virtual, el país vive días críticos de pandemia, sin más opciones que una vacunación distante.