Los investigadores revisaron los resultados de un estudio en el que se basó la Organización Mundial de la Salud para establecer las normas para la ingesta diaria de vitamina C.
Un equipo de científicos estadounidenses ha identificado con nuevos métodos de análisis la cantidad de vitamina C que necesita una persona al día.
Los investigadores revisaron los resultados de un estudio en el que se basó la Organización Mundial de la Salud para establecer las normas para la ingesta diaria de vitamina C y demostraron que la dosis que requiere el organismo es más del doble de lo que se creía.
En 1944, por orden del Ministerio de Sanidad británico y bajo la dirección del premio Nobel Hans Krebs, se realizó un estudio clínico para analizar la dieta mínima que deberían tener los botes salvavidas. En el experimento, las personas a bordo del bote solo consumieron los alimentos disponibles en los botes salvavidas durante nueve meses y también tomaron vitamina C. En función de la cicatrización de las heridas que sufrieron los participantes del experimento, los científicos de esa época fijaron la dosis mínima necesaria de vitamina C, ya que una mala cicatrización es un síntoma de escorbuto, una avitaminosis producida por el déficit de vitamina C.
En ese entonces, los científicos concluyeron que era necesaria una dosis de 10 miligramos al día para contener la enfermedad y en base a este estudio la OMS estableció que la ingesta de vitamina C para el organismo debe ser de 45 miligramos al día.
Después de 77 años, los científicos de la Universidad de Washington decidieron utilizar métodos estadísticos modernos para comprobar las conclusiones de Hans Krebs y comprobaron que el organismo necesita una dosis diaria entre 75 a 110 miligramos de vitamina C para prevenir una mala cicatrización de las heridas, una dosis recomendada por la Academia Nacional de Medicina y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, lo que supone el doble de la directriz de la OMS.
En el estudio publicado en The American Journal of Clinical Nutrition, los científicos concluyen que la falta previa de análisis estadísticos de un ensayo histórico puede haber llevado a una narrativa errónea sobre las necesidades de vitamina C para la prevención y el tratamiento de patologías relacionadas con el colágeno.