El periodista pasó 813 días en prisión y, aunque no ha conseguido dilucidar su situación legal, dice no temer al poder fáctico que amenaza a la democracia guatemalteca.

Luego de 813 días en prisión, Jose Rubén Zamora recuperó su libertad, al menos de forma condicional, mientras prepara su defensa desde su residencia para enfrentar dos procesos penales.

Desde su óptica, habla con Prensa Libre sobre su experiencia, su lucha por el periodismo independiente y las amenazas que aún percibe en el país, no solo para el ejercicio periodístico, sino para la democracia.

¿Después de 813 días que estuvo en prisión, a que ha dedicado su tiempo en estas dos semanas que ha estado afuera? ¿Cómo ha sido volver a la rutina que tenía antes?

Es ir al Ministerio Público a dejar mi huella. Inmediatamente tengo que ir en un caso todos los miércoles, y en el otro caso voy a tener que ir los 15 y 30 de cada mes. Entonces, fui a dejar mi huella me sentí cómodo porque al entrar todos los agentes que trabajan en el Ministerio Público y los agentes de policía me recibieron calurosamente, la mayoría me abrazó. Me dio pena que si los están grabando, como en tribunales, a ver si no los despiden, pero fueron muy calurosos y la señorita que me atendió fue muy amable también.

Verán, me dio asistencia personalizada y esa fue mi primera prioridad, y la segunda fue prepararme para mi audiencia del viernes. No tenía que ir a mi audiencia, podía ser representado por mis abogados, pero creí que es otra señal para que vean que no es inminente mi fuga al extranjero, que por esa posibilidad es que me dejaron más de 800 días en la cárcel y querían que siguiera en la cárcel, por eso era porque dicen que viajaba mucho y revisaron mi pasaporte y decían que más o menos en los últimos dos años antes de caer preso yo había viajado 250 veces.

No las había contado, pero en el en la primera audiencia hace dos años, quise decirle al juez que yo no tenía ninguna restricción para viajar, no estaba arraigado. Entonces ¿por qué no iba a viajar? Entonces esta vez sí pude decirle: “Señor, juez es cierto y que de repente hasta viajé más verdad, pero no tenía restricciones y por un lado mi trabajo implicaba que tuviera que viajar y por otro que los periodistas tal vez a veces no ganamos mucho, pero viajamos mucho y mi familia se fue al exilio. Mis dos hijos mayores en el 2003 entonces viven en los Estados Unidos, ya son grandes, el mayor tiene 47 años y ahí viven mis nietos.

El siguiente tiene 39. Ahora se quedó con asilo político el tercero, que lo voy a tener que ir a ver, espero poder. Me dijeron en los tribunales que puedo pedir permiso para viajar en mayo. Quiero irme a verlos a ellos y también a chequearme la columna, recuperando un poco esa normalidad.

Un poquito también racionalizando esta nueva normalidad, pues sentirme que ya no cuento con dinero, nunca cargué mucho dinero pero tenía tarjetas de crédito, tenía vehículos para moverme y ya no tengo, pero ahora mis patojos grandes me están enviando entre 20 y 25 mil pesos al mes y con eso estoy viviendo. Pero es algo que no me pasó desde que nací hasta ahorita es primera vez que estoy en trapos de cucaracha, pero con ganas de que vean que voy a dar la cara. Yo no me voy a ir, pase lo que pase. Me tendrían que expulsar del país las autoridades para que me fuera.

¿Podría resumir lo peor de su experiencia en estos más de 800 días en Mariscal Zabala? ¿Qué fue lo que tal vez lo marcó?

Primero contarles que estuve sujeto a una cacería que duró siete meses. Me estaban operando de la rodilla a finales de octubre o principios de noviembre, y el primer día hábil de noviembre fue la primera audiencia unilateral. Yo no sabía que ese concepto existe, que es uno donde solo va el juez y el MP, y uno no va, y el MP pidió el mismo menú, pidió embargar mis cuentas, arraigar mi casa y capturarme, y yo lo que hice fue que estaba operándome fuera de Guatemala.

Regresé a Guatemala más rápido de lo que debía. Recibí un mensaje de un amigo diciéndome “quiero que leas este pantallazo” y decía “hay que tocar a Zamora vamos en busca de un hallazgo inevitable”, digo y qué es eso de hallazgo inevitable. Entonces me dijo “si presumimos que en una casa hay un lote de joyas robadas, y conseguimos una orden de allanamiento para entrar y las joyas no estaban ahí no había lote de joyas robadas, entonces, sin embargo, encontramos un fusil de alto calibre o un arma no registrada en esa casa, entonces ese es un hay algo inevitable, entonces vamos a buscar o hay algo inevitable en tu vida, verdad”.

Y de hecho pidieron cuentas de mi mamita que era mi tía Marina, que murió en el 2006 de mi mamá que murió. en 1995 verás, se fueron hasta atrás a tratar de encontrar algo y afortunadamente no encontraron nada. Verán eso fue lo primero que supe y de ahí en adelante todas las semanas había algo extra de ese mensajito.

Decía que “cuando se le hace allanamiento, hay que destruir el arte de la casa de Zamora”. Entonces inmediatamente antes de venir mandé a embalar todo y saqué todas las pinturas de la casa, estuvieron cuatro meses afuera por si allanaban que no me lo fueran a destruir.

En ese intento me abrieron tres casos, uno fue por supuestamente reproducir colaboraciones eficaces, pero creo que si cae en manos de un periodista, uno no tiene la obligación de… pues, es por problema de ellos de no cuidar su información, y también me quisieron llevar por publicar el contrato de las vacunas que lo publicamos inmediatamente. Entonces ese era problema de la ministra o el presidente. Tuvieron que haberle echado llaves y tenían el compromiso. El último simplemente hubo un listado de 25 personas. Mis abogados fueron todas las semanas a preguntar si había algo que desvanecer mío y hubo un listado y ahí había 24 personas incluyendo gerentes de instituciones del Estado.

¿De dónde ha identificado que viene la persecución?

Yo le diría que, así como hubo cuerpos clandestinos que asesinaron en los años 80, 60 50, ahora, gracias a Dios, solo han estado financiando grupos parajudiciales, que es lo que hacen, asesinar nuestra honra, nuestra dignidad, causarnos vergüenza, humillación y escarnio, pero no dude que, si lo siguen haciendo más temprano que tarde, con autonomía propia, van a parar matando gente.

¿Cree que ha sido el cambio de gobierno, la renovación de cortes o algún otro hecho estaría asociado a su salida a la prisión?

Creo que fue el apoyo de mis hijos, que no pararon, fueron incansables, el apoyo de la prensa, que nunca me abandonó y le habló la prensa de Guatemala, de Centroamérica; la primer gente que logró entrar de afuera fue la SIP —Sociedad Interamericana de Prensa—, a la CIDH —Comisión Interamericana de Derechos Humanos— al relator de la prensa, al Comité Mundial de Periodistas, a la Asociación de Periodistas de Guatemala que no descansó. Yo no podía verlos, pero los escuchaba.

En ningún momento y nunca trabajaría para el Estado

De los primeros que vinieron a visitarlo fue el presidente Bernardo Arévalo. ¿De qué hablaron?

Lo conocí el día que me visitó. Le dije que siento que él corre el riesgo que corro yo; el mío sería regresar a —la cárcel— Mariscal, creo que a él lo pueden llevar a Mariscal. La situación de la fiscal general es semejante al de Daniel Ortega, en Nicaragua, y al de Nicolás Maduro, en Venezuela, que temen que si caen los van a perseguir y, entonces, en la medida que el presidente pierda popularidad y, por ejemplo, llegue al 25%, van a decir ‘es el momento de llevarlo a Mariscal’. Yo creo que corre ese riesgo.

De su gobierno tengo poca información, pero siento que están haciendo lo posible por responder a lo que venía pendiente de los gobiernos anteriores.

¿Le ofreció algún empleo en alguna instancia, y en caso de que lo hiciera la aceptaría?

En ningún momento y nunca trabajaría para el Estado y en el futuro no trabajaría en el Estado; creo que nosotros como periodistas nos cuesta mucho. Yo no me vería trabajando en el Estado.

¿De dónde ha identificado que viene la persecución?

Yo le diría que, así como hubo cuerpos clandestinos que asesinaron en los años 80, 60 50, ahora, gracias a Dios, solo han estado financiando grupos parajudiciales, que es lo que hacen, asesinar nuestra honra, nuestra dignidad, causarnos vergüenza, humillación y escarnio, pero no dude que, si lo siguen haciendo más temprano que tarde, con autonomía propia, van a parar matando gente.

¿Cómo ve el país en este momento, en una línea general y el poder de las personas que lo han acusado?

Guatemala no ha cambiado, y sigue siendo la misma. Yo tengo profundas convicciones democráticas, hay mucha gente que las tiene, de gente de derecha, gente de izquierda, creo que el comunismo aquí desapareció, es mi impresión, y esta gente estaba ahí, al margen, pero por la polarización y posiblemente por la gente con recursos económicos se radicalizó y se volvieron en apoyo de los fascistas, y quieren cambiar la democracia, casi nos dan golpe de Estado, si no es por la presión internacional y que había una evidencia con mi caso, a Arévalo le pudieron haber quitado la Presidencia, pudieron haber impuesto a —Manuel— Conde, o a otro, eso estuvo a la vuelta de la esquina.

Sobre la sección de elPeriódico “El Peladero”, recientemente el expresidente Otto Pérez Molina ha declarado que usted le pedía sobornos a cambio de salir o no salir. ¿Cómo toma estas acusaciones?

Lo que le puedo decir es si la Virgen María estuviera diciendo eso, yo estaría preocupado, pero que lo diga Otto Pérez que ya aceptó cargos de corrupción, y que está diciendo esto en supuestos programas, de supuestos periodistas que son ex funcionarios del la Secretaría de Inteligencia, sobrinos de general —Ricardo— Bustamante, y con exdiputados cuestionados, no me preocupan en absoluto. Empezaron a decir esos fascistas que yo les pedí dinero, pero tendrían que documentarlo, y tendría que existir.

Ahora, Guatemala sigue en la lista de países donde la amenaza de prensa ha aumentado el riesgo, ¿Cómo ve esta situación y cómo su experiencia puede contribuir en una mejoría?

Pienso, como lo decía más o menos Winston Churchill ‘que la democracia es el peor de los sistemas, excepto por todos los demás’, que nos diéramos cuenta todos de eso, tenemos que profundizar nuestras convicciones democráticas, y no tener un disfraz de democracia, tenemos que apostar y creer en esto.

¿Algún mensaje de su experiencia de 800 días en prisión, sobre todo para los periodistas que están en activos, los exiliados y a los guatemaltecos en general, qué pueden sacar de su historia?

A los periodistas, les digo que profundicen sus convicciones, y que así como sin conocerme me han apoyado, que tengan la certeza que a cualquiera, todos juntos lo vamos a apoyar también, porque no nos van a derrotar, no se pueden seguir oponiendo a la modernidad de Guatemala, a una democracia que eche raíces profundas, y que su base fundamental es la libertad que viene de la libertad de prensa, no hay otra verdad, los países que han prosperado es porque se han realizado bajo la libertad de prensa, y al que dice la verdad siempre lo han querido acabar, sino que lo diga Galileo Galilei… y sin embargo se mueve.