Contra todo pronóstico, la alianza oficialista logró retener la Junta Directiva para el periodo 2026-2027. Sin embargo, analistas identifican una serie de desafíos que no serán sencillos para la próxima dirección política del Organismo Legislativo.
La decisión del pleno se tomó con un total de 149 votos a favor de la única planilla propuesta, lo que dejó la presidencia del Congreso en manos del diputado Luis Contreras, de Compromiso, Renovación y Orden (Creo).
Los oficialistas no tenían previsto sesionar esta semana porque el presidente Nery Ramos no convocó a los jefes de bloque, pero un amparo de la oposición ordenó retomar una sesión en la que terminaron siendo derrotados.
Desde hace algunas semanas se perfilaban dos posibles candidatos para la presidencia: Luis Contreras, quien resultó electo, y Álvaro Arzú Escobar, que ni siquiera fue propuesto como candidato y abandonó la sesión antes de la votación.
La nueva Directiva parlamentaria estará conformada por integrantes de ocho bancadas: Creo, Azul, Valor, Cabal, Victoria, Bienestar Nacional (Bien), Visión con Valores (Viva) y Voluntad, Oportunidad y Solidaridad (VOS)
“Me parece que la conformación de la nueva Junta Directiva del Congreso la podríamos identificar como un Frankenstein político”, opinó Rubén Hidalgo, director del Instituto Centroamericano de Estudios Políticos (Incep).
Ese señalamiento obedece a lo variado de esa conformación política, donde se encuentran bloques afines al oficialismo y otros que han ejercido oposición durante la décima legislatura.
“Está integrada por ocho partidos que, a lo largo de estos dos años, han tenido enfrentamientos y distanciamientos por asuntos en los que nunca se han puesto de acuerdo, pero aquí los tenemos conformando una Junta Directiva”, agregó.
Demostrar unidad
La directiva electa tomará posesión el 14 de enero del 2026, un año clave para la renovación de varias instituciones, que además coincide con un periodo preelectoral, lo que usualmente se traduce en menor productividad legislativa.
Para Francisco Quezada, del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (Cien), es evidente que el oficialismo ganó el pulso, aunque hasta ahora se desconoce cómo consiguió ese respaldo.
“La pregunta es cómo adhirieron esos votos. Si lo hicieron por coincidencia con una agenda, eso sería lícito; lo ilícito sería si hubo recursos materiales para esa adhesión, lo cual ha sido un secreto a voces para captar voluntades mediante distintos tipos de compras”, señaló el analista.
La directiva deberá promover el trabajo en equipo para avanzar en decretos, interpelaciones y otras tareas clave del 2026, apuntó Quezada, quien recalcó que, aunque parezca simple, no lo es.
“Creo que será una directiva que la tendrá un poco difícil, por la forma en que fue integrada, tan dispar. Es una conformación muy coyuntural. No son figuras con liderazgo consolidado en un solo sector”, consideró.
Buscar el diálogo
Para alcanzar resultados, los expertos creen que la directiva —y en especial su presidente— será la encargada de propiciar acuerdos con las bancadas, a fin de celebrar sesiones y lograr plenarias productivas.
“Preside el Congreso quien es prácticamente el decano de los diputados, alguien que no genera confrontación entre sus colegas; eso puede propiciar el diálogo y la tranquilidad, al no ser una figura de liderazgo polémico”, añadió Hidalgo.
