Tras más de 10 años como gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo ha protagonizado una estrepitosa caída en desgracia al pasar en menos de un año de ser considerado el líder de la lucha contra el coronavirus en EE.UU. a perder el apoyo de buena parte de sus compañeros de partido por las acusaciones de acoso de varias mujeres, que llevaron a su dimisión.
Cuomo, que afirmó este martes que dejará su puesto en 14 días, no solo pone así punto y final a su liderazgo del estado de Nueva York, sino que desprestigia un nombre muy conocido en el país, puesto que su padre, Mario Cuomo, también fue gobernador del estado durante tres mandatos, desde 1983 hasta 1994, y su hermano menor, Chris Cuomo, es una de las estrellas de la CNN.
“Todo el mundo sabe que esta será la primera línea que se lea sobre él en los libros de historia”, dijo el analista político del canal de televisión NY1 Bob Hardt sobre el efecto que tendrá la dimisión de Cuomo en una imagen forjada después de toda una vida en política.
Su decisión de apartarse del puesto fue inesperada para muchos, puesto que aunque el gobernador se enfrentaba a una inmensa presión, especialmente por parte de su propio partido político, el Demócrata, Cuomo negó una y otra vez todas las acusaciones de acoso sexual e insistió en que había que esperar a los resultados de la investigación que había iniciado la Fiscalía General de Nueva York.
Incluso cuando esos resultados se presentaron la semana pasada, que concluían que Cuomo había acosado a 11 mujeres de su entorno, el gobernador, haciendo gala del carácter férreo del que presumen los neoyorquinos, se negó a rendirse.
“Tengo 63 años. He vivido toda mi vida adulta en público. Ese no soy yo, ese nunca he sido yo”, dijo hace una semana Cuomo en un mensaje emitido dos horas después de publicarse el rotundo informe de la Fiscalía General, en el que afirmó que sus abogados ya habían respondido a las acusaciones vertidas en el documento.
Esa misma tenacidad fue la que le llevó a ser el político más popular en EE.UU. durante la pandemia, protagonizando diariamente ruedas de prensa en las que transmitía una imagen de liderazgo, de fuerza, de transparencia y de cercanía durante los peores momentos de Nueva York, la zona del país más azotada por el coronavirus en los primeros meses.
Sus ruedas de prensa incluso le llevaron a recibir un premio Emmy, y las voces que pedían que se presentara como candidato demócrata a la Presidencia de EE.UU. eran cada vez más robustas, pero el político, nacido en Queens, siempre insistió que ese no era su objetivo, sino que quería centrarse en ayudar a su pueblo, el de Nueva York.
Su carrera comenzó a los 25 años, cuando en 1982 fue el mánager de la campaña de su padre en las elecciones a gobernador de Nueva York, que ganó, para después pasar por la oficina de la Fiscalía General del estado, y más tarde ser nombrado secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano bajo la Administración de Bill Clinton.
Pese a su largo currículum, hasta ahora se pensaba que era su liderazgo durante la peor etapa de la pandemia el que definiría su legado, pero la imagen de Cuomo sufrió un durísimo y repentino golpe cuando a principios de este año comenzaron a surgir mujeres que hablaban de comportamientos inadecuados constantes con empleadas de su entorno.
Besos, abrazos, manos colocadas en vientres, traseros y cinturas que Cuomo ha dicho eran parte de una actitud cercana con el público y con sus empleados, pero las mujeres señalan que no eran gestos inocentes, sino intencionadamente sexuales, y que tenían el objetivo de subrayar su posición de poder.
La acusación más sonada, y tras la que finalmente se anunció una investigación por parte de la Fiscalía General, fue la que lanzó una de sus asistentes, Brittany Commisso, que en marzo dijo que Cuomo metió la mano por debajo de su blusa y le tocó un pecho en su residencia oficial en noviembre de 2020.
Ya entonces, una larga lista de compañeros de partido pedían su dimisión, pero tras la publicación del informe, el propio presidente de EE.UU., Joe Biden, dijo públicamente que Cuomo debía apartarse de su puesto, y los legisladores demócratas neoyorquinos confirmaron este lunes que no apoyaban al gobernador y que preparaban un juicio político.
“Amo Nueva York y los amo a ustedes. Y todo lo que he hecho ha estado motivado por ese amor“, afirmó el gobernador en su discurso de dimisión, en el que dijo, una vez más, querer lo mejor para los neoyorquinos.
“Creo que dadas las circunstancias, la mejor manera en la que puedo ayudar ahora es apartarme y dejar que el Gobierno vuelva a gobernar”, zanjó.