La perspectiva climática del Insivumeh indica que el próximo año llegará acompañado de bajas temperaturas.
Durante el 2024 las condiciones climatológicas fueron variables y desencadenaron eventos que dejaron pérdidas humanas, daños en la infraestructura del país y en la economía, entre otros males.
Los cambios en el clima continuarán por las condiciones Neutras. Lluvias locales y bajas temperaturas darán la bienvenida al nuevo año, según la Perspectiva Climática Cuatrimestral diciembre 2024 – marzo 2025 del Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (Insivumeh).
Para el período de diciembre 2024 a marzo 2025 se esperan lluvias arriba de lo normal en el sur de Petén, Caribe, franja transversal del norte y la bocacosta. El nivel será normal en el centro y noreste de Petén, valles del oriente, altiplano central, sur occidente y Pacífico, en el resto del país estarán por debajo de lo esperado
Las temperaturas serán bajas para los próximos meses, y la región más fría será el occidente en donde oscilarán entre -0 y 18 grados Celsius. En el altiplano central, el sur de la franja transversal del norte, el norte y el sur de valles del oriente el termómetro marcará entre los 6 y 22 grados Celsius. Para el Pacífico, bocacosta, centro de valles de oriente, caribe y la franja transversal del norte se esperan mínimas entre los 18 y 22 grados Celsius.
En el reporte histórico las temperaturas más bajas se registraron en enero del 2017 que llegaron a los -4.6 grados Celsius en Quetzaltenango; en febrero del 2000 fue de -3.2 grados Celsius en Nebaj, Quiché, y en enero 2002 la mínima fue de -4.2 grados Celsius en Huehuetenango, Huehuetenango.
La temporada fría en Guatemala comienza en la segunda quincena de octubre y finaliza en abril del próximo año, y en este período ocurren frentes fríos. En 2024 el primero se registró el 21 de noviembre. Estos, según el Insivumeh, ocurren cuando una masa de aire frío choca con otra de aire caliente, lo que provoca inestabilidad en la atmósfera. Durante el fenómeno la temperatura desciende, incrementa la fuerza del viento, aumenta el oleaje, hay nubosidad y lluvia.
En enero se pronostica la presencia de cuatro frentes fríos, en enero la cantidad disminuirá a tres, en marzo a dos y para abril se espera uno, lo que marcará el final de la temporada.
De acuerdo con Alex Guerra, del Instituto Privado de Investigación sobre el Cambio Climático (ICC), la variabilidad climática que se presentó en 2024 continuará en el 2025, y cada año los eventos serán más extremos.
Si bien se esperaba que el fenómeno La Niña se asentara, por ahora la probabilidad es de continuará con condiciones Neutras, lo que es positivo e implica que las lluvias lleguen en el momento y cantidad prevista, sin retraso como sucedió en esta temporada ―afectó la agricultura―.
“Esos cambios nos muestra que debemos trabajar en prevenir esos impactos y en prepararnos ante una diversidad de fenómenos, que si no los gestionamos bien se convierten en desastres”, dijo Guerra.
Calor y fuego
La inestabilidad climática se dejó sentir con olas de calor que para mayo del 2024 rebasaron los 43 grados Celsius en el Petén, pero el lugar que registró la temperatura más alta fue La Fragua, Zacapa, que alcanzó los 43.1 con sensación térmica de hasta 50.
No se libraron departamentos que se caracterizan por su clima frío, como Huehuetenango, en donde el termómetro marcó los 34 grados Celsius.
Estas condiciones causaron estrés en los cultivos, principalmente de granos básicos, café y pastos en distintas zonas del país, como indicó en ese momento el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA).
Aunado al calor el país pasó por meses de sequía, que afectaron las fuentes de agua e impactaron las siembras de pequeños, medianos y grandes productores, esto representó pérdidas y llevó al incremento de precio en las verduras y frutas.
Las elevadas temperaturas avivaron los incendios forestales, incluso, en áreas donde los siniestros no son comunes, como la Sierra de las Minas, cuyo bosque es húmedo. En la temporada 2023-2024, hasta el 15 de junio, se registraron dos mil 634 siniestros de este tipo, que consumieron más de 68 mil 852 hectáreas de zona boscosa, según la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred).
El siniestro que causó más alarma fue el ocurrido en el volcán de Agua, que afectó más de 600 hectáreas de bosque, 20 veces más de lo que consumió el último incendio más extenso registrado en el volcán, que fue en 2021 y dañó alrededor de 30 hectáreas.
No solo se la perdió cobertura boscosa, también afectó a la fauna, principalmente mamíferos pequeños, como roedores; anfibios y réptiles, y las crías de las aves que no pueden volar y que fueron alcanzadas por las llamas.
Lluvias
La temporada lluviosa también fue intensa este año. Al 30 de noviembre la Conred reportó dos mil 984 emergencias provocadas por la lluvia. Las personas damnificadas fueron 23 mil 702, las evacuadas 52 mil 284 y fallecieron 35 en 13 departamentos.
Se reportaron daños en 23 mil 702 viviendas entre leves, moderados y severos. También afectó 295 escuelas y mil 46 carreteras.
El impacto del incendio en el volcán de Agua también se notó durante la temporada lluviosa, pues al quemarse la cobertura vegetal el suelo se volvió impermeable y no absorbió el agua de lluvia, lo que provocó la formación de lahares. Esta condición mantiene en riesgo 25 puntos en seis tramos carreteros alrededor del coloso, según un estudio desarrollado por vulcanólogos del Insivumeh, con apoyo de científicos del Reino Unido y Estados Unidos.
Parte de los efectos se vio en la autopista Palín-Escuintla que estuvo obstruida por flujos de lodo que bajaron del volcán.
“Esos extremos ―en el clima―, esas diferencias tanto en agua como en aumento o disminución de temperatura se van viendo más marcados, es algo que a futuro se irá agudizando”, dijo Guerra.
Mencionó que de no presentarse el fenómeno La Niña y de continuar con condiciones Neutras el riesgo de incendios forestales es latente, y se debe trabajar en la prevención, un tema que hace falta fortalecer en el país.
“El sistema para prevenir y combatir incendios forestales se ha visto debilitado en los últimos años y hay que trabajar en fortalecerlo, porque sí algo se evidenció en esta temporada es la baja capacidad de gestión. Definitivamente no estamos preparados para hacerle frente a los incendios. Pero a nivel local debemos unir fuerzas entre las autoridades, el sector privado y sociedad civil para cuidar nuestros bosques”, agregó el director general del ICC.