La adolescencia es una etapa compleja, no solo para quienes la viven, sino también para sus padres, que enfrentan el distanciamiento de hijos que antes los veían como héroes. En esta fase, el aislamiento, los altercados y la actitud reservada pueden intensificarse. Saber cómo actuar es clave para acompañarlos y guiarlos.
La adolescencia está marcada por la búsqueda de identidad, la sensibilidad emocional, el deseo de autonomía y la reinterpretación de las figuras de autoridad, detalla Ximena Fuentes, psicóloga clínica y de pareja. Estos aspectos pueden provocar dificultades en la relación entre padres e hijos, las cuales, aclara, no se deben a “falta de amor, sino a cambios neurobiológicos y emocionales naturales”.
Para entablar una conversación abierta con un adolescente, los padres deben escuchar activamente y evitar juzgar sus acciones o decisiones, lo cual es clave para mantener una comunicación saludable, destaca Unicef.
Muchas veces, ser padre no es sencillo, y en la mayoría de los casos se aprende sobre la marcha. Mónica Mayorga, además de ser psicóloga clínica, también es madre de adolescentes. Comparte que no siempre es fácil hablar con ellos y que, incluso con todo su conocimiento teórico, le cuesta aplicarlo día a día.
Cuenta que hay momentos en los que responde impulsivamente, levanta la voz o se enoja, pero reconoce que eso ocurre porque, como muchos padres, va aprendiendo en el camino. “Ser mamá me ha enseñado algo que no aparece en los libros: la crianza real no es lineal; es una mezcla de amor, cansancio, errores y segundas oportunidades”, afirma.
Confiesa que, aunque trabaja con adolescentes en consulta, en casa también debe recordarse respirar antes de hablar, escuchar antes de corregir y validar antes de juzgar. Por ello, comparte algunas claves que, desde su experiencia, ha aplicado.
¿Cómo comunicarte con tu hijo adolescente sin generar conflicto?
Durante esta etapa, los jóvenes redefinen sus relaciones afectivas y atraviesan cambios físicos y emocionales que pueden alterarlos. Por ello, se recomienda a los padres no alejarse y mantener una comunicación basada en respeto, curiosidad y presencia, dice Mayorga.
Escuchar primero y responder después es una estrategia clave: cuando los padres dejan de corregir de inmediato y muestran interés genuino, el adolescente baja la guardia y se vuelve más receptivo, agrega. Como parte de esas claves, Fuentes también comparte su experiencia como psicóloga y madre:
- Regula tu estado emocional antes de hablar. La conversación será tan estable como el adulto que la conduce. Respirar, hacer pausas y entrar desde la calma previene que escale el conflicto.
- Habla desde la colaboración, no desde el control. Frases como “Quiero entenderte” son mucho más efectivas que “Te voy a explicar”.
- Usa la curiosidad como puente. Las preguntas abiertas fomentan el diálogo. Se recomienda decir: “¿Cómo te sentiste con lo que pasó?”, en lugar de sentenciar.
- Evita el tono acusatorio. Para Fuentes, el sistema emocional del adolescente es muy sensible a la crítica. Un tono fuerte activa mecanismos de defensa, lo que podría levantar barreras en la comunicación y la confianza.
Otra recomendación es evitar frases como “Vos no entendés” o “Cuando seas grande lo vas a saber”, ya que, según Mayorga, estas invalidan y generan distancia. En cambio, un tono calmado y respetuoso abre la puerta al diálogo.
Comunicación para mantener la calma en un diálogo con adolescentes
Al hablar con un adolescente se debe mantener un tono calmado y evitar confrontaciones. La SBS recomienda validar sus emociones y opiniones, aunque no se esté de acuerdo con ellas, para que se sientan escuchados y respetados.
Las psicólogas proponen usar frases que calmen la conversación cuando esta se tense:
- “Quiero escuchar tu versión primero.”
- “No estoy en contra tuya, quiero entenderte.”
- “Hablemos cuando ambos estemos más tranquilos.”
- “Gracias por contarme, sé que no es fácil.”
- “Estoy aquí para ayudarte, no para juzgarte.”
- “No tenés que tenerlo todo claro, podemos pensarlo juntos.”
- “Voy a hacer una pausa porque no quiero hablar desde el enojo.”
Tanto Fuentes como Mayorga destacan que la actitud con que se dicen las palabras es clave. Por ello, se recomienda mantener un tono neutro, sin sarcasmo; contacto visual suave, no invasivo; dar espacio cuando el adolescente se frustra; validar antes de dar instrucciones, y hablar en frases cortas y claras, no en discursos largos.
