Durante el encuentro de futbol, el Ministerio Público recibió nueve denuncias por la venta de entradas falsas, adquiridas a través de plataformas digitales no oficiales. Las estafas se detectaron principalmente en la compra de boletos desde Libia, aunque los afectados eran guatemaltecos que intentaban ingresar al estadio Cementos Progreso.

A diferencia de ocasiones anteriores, no se registraron casos de entradas físicas falsificadas, debido a los controles implementados por la División Especializada en Investigación Criminal (DEIC). Las verificaciones se realizaron desde tempranas horas del día del partido para evitar que los revendedores sin autorización operaran en las inmediaciones del estadio.

La Fiscalía de Delitos contra Turistas Extranjeros, en conjunto con la Fiscalía Metropolitana, el fiscal regional metropolitano y otras instituciones, desarrollaron un operativo para identificar posibles casos de reventa ilegal. Se individualizó a los revendedores presentes y se corroboró su acreditación, lo que permitió minimizar el número de víctimas.

Pese a los controles, los precios excesivos en la reventa causaron indignación entre los asistentes. Algunos aficionados denunciaron que pagaron entre Q1,000 y Q3,000 por entradas en el mercado negro. No obstante, hasta el momento no se han interpuesto denuncias formales por estos sobreprecios.

Las campañas de concienciación para evitar la compra en reventa no lograron frenar el deseo de muchos aficionados por ingresar al estadio. Algunos adquirieron entradas falsas hasta en dos ocasiones. Estos casos se viralizaron en redes sociales, generando memes y comentarios que reflejan tanto frustración como resignación entre los seguidores del fútbol nacional.

Uno de los mayores problemas señalados fue la escasez de boletos. Con un estadio que apenas alberga a 11 mil personas, muchos habrían sido destinados como cortesías, dejando a miles de aficionados sin acceso legítimo al evento. Esta situación, según expertos, impulsa la desesperación de los aficionados y alimenta el mercado ilícito.

El uso de códigos QR, si bien pretende garantizar seguridad, también ha sido objeto de manipulación. Los estafadores imprimen múltiples veces el mismo código y lo venden a distintos compradores, lo que deja a muchos fuera del estadio sin posibilidad de reclamo. Ante esta vulnerabilidad tecnológica, se ha propuesto un modelo mixto de venta para futuros partidos, que combine la modalidad virtual con la venta física controlada.

Finalmente, la discusión sobre la falta de ética en el deporte guatemalteco resurgió con fuerza. Analistas y comunicadores señalaron que, mientras el sistema siga favoreciendo prácticas opacas, la responsabilidad también recae en los aficionados. La única forma de romper este ciclo, advierten, es rechazando la corrupción desde la base: no comprando por vías no oficiales, aunque eso signifique perderse un partido.