Los acuerdos de paz de Guatemala no pudieron ejecutarse en su totalidad pero siguen siendo un buen referente democrático para el futuro del país, según el diplomático Manuel Montobbio, que participó en unas negociaciones de cuya culminación se cumplen este miércoles 25 años.
El recuerdo de aquel proceso de paz, que se enmarca en el contexto de otros en la zona, como el de El Salvador, a finales de la última década del siglo pasado, ha sido recogido por el diplomático en el libro «La perplejidad del quetzal», editado en su día en Guatemala por F&G Editores y ahora en España por Icaria Editorial.
Montobbio, actual embajador representante permanente de España ante el Consejo de Europa, estuvo implicado entre 1987 y 1999 desde diferentes responsabilidades en la participación de España en los procesos de paz en Centroamérica, entre ellos el de Guatemala.
Aquellos acuerdos no pudieron aplicarse del todo por el rechazo popular en el referéndum de 1999 a las reformas constitucionales derivadas del mismo, como la definición de Guatemala como Estado plurinacional, multiétnico y multilingüe y aspectos socioeconómicos, de identidad y derechos de los pueblos indígenas, en una consulta en la que la participación no alcanzó el 20 por ciento.
Sin embargo, según explica Montobbio en una entrevista con Efe, el hecho de que el Gobierno guatemalteco de entonces y la guerrilla alcanzaran un consenso supuso un hito histórico en la evolución del país y hoy, 25 años después, merece la pena reivindicarlo como una vía para sus futuros retos y reformas.
Transformar la memoria en esperanza
Considera que así como quienes firmaron los acuerdos supieron articular su representatividad a través de la Asamblea de los Sectores Civiles y sus 17 comisiones, su traslación del papel a la realidad dependía de su sostenibilidad jurídica -las reformas constitucionales- y económica -determinada por la reforma fiscal-.
Mientras la comisión en la que participó el diplomático barcelonés logró la reinserción en la vida civil de más de 2 mil excombatientes y las estructuras de apoyo de la URNG -la guerrilla guatemalteca que se convirtió en partido político-, las recomendaciones de otras comisiones no tuvieron el mismo grado de realización.
El rechazo en referéndum de las principales reformas constitucionales propuestas en los Acuerdos de Paz -que tuvieron mejor acogida entre las comunidades indígenas al reconocer la diversidad cultural del país- no resta mérito, a su juicio, a aquellas conversaciones como modelo para otros procesos de paz.
«Que la derrota en referéndum fuera, a mi juicio, el final técnico del proceso, no quiere decir que aquellos acuerdos no sean una referencia, porque supusieron por primera vez el diseño de un proyecto definido de país. Por ello merece la pena recordar este aniversario y el libro es un intento de transformar la memoria en esperanza de futuro», afirma Montobbio.
Una de las principales conclusiones extraídas por el autor de aquella experiencia es que «aquellos acuerdos, aunque no pudieran ejecutarse en su totalidad, pueden ser el esbozo para que la acción política siga transformando el país de cara al futuro, porque la paz siempre está en proceso, en construcción».
Aunque hayan pasado 25 años y los jóvenes guatemaltecos -el sector demográfico dominante en el país- no viviera aquella experiencia, defiende que el pacto logrado entonces sigue siendo un buen diagnóstico para darlo a conocer a la juventud y ofrecerle «un futuro hacia el que caminar».